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¡¡Un Mundo Mejor ES Inevitable!!

Laura Diz. Psicóloga Social, Especialista en Gestión Educativa y Diversidad. 6º invitada de Bibliopeque 2013


Foto: "La Educación Prohibida", Estreno Mundial 13 de Agosto del 2012
Sitio Web Oficial: http://www.educacionprohibida.com

Diversidad, capacidades diferentes y otras yerbas…

...y ese difícil oficio de ver qué cartelito le toca a cada niño.

Con alegría recibí la invitación para volver a escribir en Bibliopeque, pero (palabrita molesta si las hay…) me dieron tanta libertad para elegir el tema, que la Montaña Rusa que vive en mi cabeza no dejaba de dar vueltas y vueltas…
Sin duda, los niños y sus grandes vidas son mi pasión, por ser mamá y porque me inspiran a cada paso que doy.
Verlos en la plaza, en el tren, interactuar. Esas conversaciones a medias lenguas que para ellos son tan claras, verlos elegir, jugar, pelear, consensuar, caerse y levantarse, discutir y fundamentar.

¡Qué maravilla!

Y algo que siempre me hace ruido es cuando se habla de diversidad, capacidades diferentes, discapacidad, niños especiales… ¿qué es eso?
Pero… ¿nos detenemos a pensar en cuáles son las necesidades de TODOS los niños?

Esos locos bajitos.

¡Los niños son curiosos, inquietos, incansables!
Sensibles por naturaleza, y, por su gran sensibilidad y constante demanda de respuestas, elevan sus ansiedades cuando sus necesidades no son satisfechas.

El pleno desarrollo, armónico, de sus capacidades (ni altas, ni bajas, sino las de cada uno) solo se logra cuando las ansiedades se mantienen en un nivel tolerable y manejable, de otra manera el niño vive en un estado de tensión, transformando esa tensión en violencia o agresión, timidez, aislamiento, tristeza, euforia, etc.

A veces puede costarles encontrar grupos de pertenencia, dentro o fuera del área escolar, pueden optar por espacios, donde el agrupamiento sea por interés y no por edad cronológica., como talleres, deportes, o simplemente la plaza del barrio.
Sin duda, la escuela es un lugar social por excelencia, por ello es aquí donde comienzan a notarse las diferencias de los niños entre sí.

No sólo ellos notan que son diferentes a otros, en gustos, en educación, en costumbres, sino lo notan los adultos…

El inquieto, el tímido, el miedoso, el dormilón, el lento, el hiperactivo, el que tiene necesidades especiales, el inteligente, el anteojudo, el revoltoso, el bueno, el que pega, el gordo, el abanderado, el pobre, el flaquito, el amoroso, el sucio, el orejudo, el educado, el llorón, el que le cuesta, el discapacitado, etc., etc., etc.….y así seguiríamos con una lista sin fin, pareciera que “ponerle un cartel al otro” nos hace sentir mas seguros acerca de “con quien estoy tratando”.

Si me es difícil aproximarme a alguien, es porque “es complicado”, si no me puedo acercar “es intratable”, si lo que le enseño no es aprendido o aceptado “es lento, o le cuesta, o es maleducado”, si no lo entiendo “es diferente”.
Siempre buscando las respuestas en el otro y no las preguntas en nosotros.

El cartel tranquiliza, sin duda…
No puedo “Porque el otro es…”

El contexto influye fuertemente sobre el desarrollo, ya que todos somos seres que sólo nos satisfacemos socialmente.
El entorno puede ser desfavorable o no para ese desarrollo armónico, puede crear barreras en lugar de dar oportunidades, haciendo que el niño no pueda encontrar pares o modelos a seguir.

La sociedad en general pareciera no estar preparada para aceptar las diferencias.

…Y aquí surgen palabras o frases como: diversidad, educación inclusiva, necesidades especiales, etc.

Y aquí también es el momento de, como adultos, hacer un alto y detenernos a preguntarnos:


¿Qué necesitan los niños?


Sentirse parte de un grupo de pertenencia.
La importancia de los grupos sociales

Ser valorado, y querido.
Por su familia y entorno.

Ser aceptado.
Simplemente por lo que es, un ser humano.

Permitirle desarrollarse con libertad.
Permitiéndole jugar por sobre todas las cosas, expresarse, ser escuchado.

Estar acompañado y sentirse seguro.


¿Qué es lo que sucede si depositamos en un niño todo el peso de lo que no podemos resolver, con la queja dirigida siempre al mismo lugar?

¿Será que es necesario buscar “un culpable” o una excusa?

Cuánto influyen en nuestro accionar, las matrices de aprendizaje, todo aquello en lo que estuvimos sumergidos por tanto tiempo, en hacer siempre lo mismo frente a situaciones similares, o querer hacerlas iguales. “-Cuando yo era chico, las cosas se solucionaban con un chirlo”, “-Mi papá con sólo mirarme me decía todo”.

Este tipo de situaciones, donde los adultos no podemos o nos cuesta manejar realidades diarias con niños (hijos, alumnos, pacientes) o cuando señalamos a alguien como Chivo, (como el lugar de todo lo malo que es ajeno a mí, porque lo tiene el otro, a mi no me toca, ni me afecta, y no tengo que preocuparme por eso), y no a una situación que no se está teniendo en cuenta, y que a su vez, dispara una serie de acontecimientos que tornan lo cotidiano en algo casi inmanejable, pone en evidencia las falencias existentes en los métodos utilizados, pero más aún en nuestra manera de resolución de conflictos.

¿Buscamos que el niño sea lo que nosotros queremos, o que pueda ser feliz, desarrollando sus máximas potencialidades en un ambiente de respeto mutuo, límites y libertades acordes a su edad?
¿Queremos que nos hagan quedar bien o buscamos su propia autonomía?
¿Permitimos un espacio de diálogo, donde se propicie la interacción ante ciertos interrogantes?: ¿Cómo educamos? ¿Cómo transmitimos valores? ¿Cómo nos relacionamos?

El problema, deja de ser el niño y pasa a ser la relación que nosotros tenemos con él.

¿Existe esa relación? ¿Y si existe, cómo es? ¿En qué se basa, qué lugar tiene?
¿Es consciente esa relación de lo fundamental para cada una de las partes, y que a su vez, conforman un todo?


¿Entonces?


Lo que pensábamos como problema, nos abre nuevos interrogantes…


¿Qué hago YO al respecto?


¿Acompaño al niño?

¿Lo acepto?

¿Lo estimulo?

¿Lo ayudo a pertenecer a un contexto?

¿Me intereso por él?

¿Lo valoro?

¿Juego con él?

¿Comparto tiempo?

¿Me capacito?

¿Pido ayuda?

No existen fórmulas armadas para cada situación.
Y si las usamos es muy posible que no funcionen, ya que cada situación es única y debemos reinventarnos en cada una de ellas.
No es fácil desprendernos de lo que ya sabemos, dejar de lado las experiencias que nos resultaron exitosas, pero sin duda, olvidarnos de todo lo que sabemos beneficia a la hora de comenzar a pensar en una situación que nos demanda eso mismo: PENSAR.

PENSAR nuevas maneras de relacionarnos, de acercarnos a alguien, olvidando las diferencias, no buscándolas, sino precisamente nutriéndonos de ellas.

PENSAR en que no lo sabemos todo, ¡y eso está muy bueno!

PENSAR en que no podemos manejarlo todo ni tener todo bajo control, que está bueno “meterse y ver qué pasa”, haciendo que pesen las ganas que tenemos de rever situaciones.

Pensar…pensar…pensar…


Ilustración de Paula Núñez (España) para el blog “Pequeños Gigantes” de Laura Diz©



Les acerco un párrafo de Fernando Pessoa, uno de los mayores poetas y escritores de la lengua portuguesa y de la literatura europea (Lisboa, Portugal, 1888 —1935), sin duda, para seguir pensando.


“Para crear me he destruido; tanto me he exteriorizado dentro de mí, que dentro de mi no existo sino interiormente. Soy la escena viva por la que pasan varios actores representando varias piezas.”

Fernando Pessoa



Autor: Laura Diz

Psicóloga Social, Especialista en Gestión Educativa y Diversidad




♥ ¡Gracias Laura! ♥




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2 comentarios:

  1. En un placer escribir para Bibliopeque!
    Gracias por invitarme nuevamente, y dejar que me exprese con total libertad.
    Abrazos, abrazos y mas abrazos!
    Laura Diz ;)

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