Hoy quiero contarles dos situaciones que me llevaron a escribir esto.
Estaba en el shopping con mis hijos, mientras conversábamos esperábamos la comida. Hablábamos de juguetes, del cine, ¡querían todo! en fin.
Jugaban entre ellos, se hacían chistes, inquietos de andar bastante y con hambre.
A nuestro lado había 3 hermanitos (eran todos muy parecidos), uno de 5, otro de 7 y uno de 14, más o menos. Los tres sentados, sin moverse de la silla, unos “señoritos”. Llega otro hermano como de 20 años y trae la comida, al más pequeño le da el juguete de la Cajita, lo mira, lo deja y comen.
Así, los 4, perfectamente sentados. Me preguntaba como los habrían educado ya que tenían una conducta “perfecta”, ninguno se hacía cosquillas (tan habitual en los míos), ni reían ni peleaban por la papa frita más grande, o se paraba de su lugar…
Aún así en ningún momento hablaron entre ellos, nada, ni una palabra, ni se miraron, los dos mayores con su celular, otro con su juguetito, y me quedé pensando….eran pequeños adultos.
Estaba en el shopping con mis hijos, mientras conversábamos esperábamos la comida. Hablábamos de juguetes, del cine, ¡querían todo! en fin.
Jugaban entre ellos, se hacían chistes, inquietos de andar bastante y con hambre.
A nuestro lado había 3 hermanitos (eran todos muy parecidos), uno de 5, otro de 7 y uno de 14, más o menos. Los tres sentados, sin moverse de la silla, unos “señoritos”. Llega otro hermano como de 20 años y trae la comida, al más pequeño le da el juguete de la Cajita, lo mira, lo deja y comen.
Así, los 4, perfectamente sentados. Me preguntaba como los habrían educado ya que tenían una conducta “perfecta”, ninguno se hacía cosquillas (tan habitual en los míos), ni reían ni peleaban por la papa frita más grande, o se paraba de su lugar…
Aún así en ningún momento hablaron entre ellos, nada, ni una palabra, ni se miraron, los dos mayores con su celular, otro con su juguetito, y me quedé pensando….eran pequeños adultos.