Viajar por el espacio, libre como el viento hasta que el sonido de una música angelical vuelve mi espíritu a la realidad, tengo que regresar a la tierra para refugiarme en mi nuevo hogar.
Ha llegado el momento esperado, mi llanto y los brazos tiernos de mi madre acunándome en su seno, a mí alrededor voces queridas que festejan gozosos mi llegada.
Es el día 29 de julio de 1953, la ciudad, Bahía Blanca.
Estado de alegría
cual moneda corriente,
ignorante de ausencias,
de dolor, de problemas.
Tan solo la aventura
de saberse querida,
y fundida en la senda
de aquellas primaveras.
Después crecer en un hogar maravilloso, tener por papá a un ser especial que logró hacer de mi infancia, la etapa más feliz de mi vida y hoy a pesar de que nos separa la barrera infranqueable del misterio, lo conservo a mi lado como una flama mágica que me indica el camino a seguir; su lema: “Honradez y Dignidad”.