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BUSCANDO UNA MEJOR CONVIVENCIA. Un trabajo de todos, todos los días del año...


“LOS VALORES son las ideas fuerza que rigen el comportamiento, inspiran la vida y gobiernan las palabras y acciones. LOS PRINCIPIOS son las pautas que permiten llevar a la práctica esos valores”.

Expresar breve y sencillamente una idea, es fácil, fundamentarla requiere un poco más de esfuerzo, dedicación y por supuesto: tiempo.
Para este ejercicio del pensamiento, necesitamos, en principio, de la lectura y para ello, como nuestra biblioteca es virtual, buscamos en la web la mayor cantidad de información posible, seleccionamos y nos aventuramos a crear esta entrada cuyo título es:

BUSCANDO UNA MEJOR CONVIVENCIA.
Un trabajo de todos, todos los días del año.

Veremos que sale.




Desde un punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social.

Los valores son visibles con la conducta humana.

Todo valor supone la existencia de una cosa o persona que lo posee y de un sujeto que lo aprecia o descubre, pero no es ni lo uno ni lo otro. Los valores no tienen existencia real sino adheridos a los objetos que lo sostienen.


Los tres valores primarios o valores más importantes son:

- Respeto

-Honestidad

-Responsabilidad


Respeto

Reconocer y aceptar a todas las personas, demás seres vivos y cosas por su valor individual.

Comprender y aceptar que existen distintas creencias diferentes a las mías.

Luchar por mis derechos sin afectar los derechos de los demás.


Honestidad

Mantener un compromiso permanente con la verdad.

Evitar apropiarme de bienes que pertenecen a otras personas.

Mantener congruencia entre pensamientos, dichos y acciones.


Responsabilidad

Hacerme cargo de mis acciones y de sus consecuencias.

Cuidar de la integridad de mi persona y procurar el bienestar de los demás.





Valores que se utilizan con menos frecuencia son los siguientes:

-Justicia
-Sinceridad
-Dignidad
-Bondad
-Paciencia
-Tolerancia
-Lealtad
-Libertad
-Paz
-Cooperación
-Amistad
-Apoyo
-Solidaridad
-Honradez
-Disciplina
-Determinación
-Valentía
-Empatía

-Superación






Gentileza: Silvita Blanco



¿Cómo son los valores?


Los valores son visibles con la conducta humana.


Un ejemplo podría ser el siguiente:


Hace un tiempo, Pedro Pablo Sacristán, creador y responsable del sitio web: “Cuentos para dormir”, escribió un artículo, donde nos explicaba por qué no escribía cuentos para hijos de padres separados.
Como el objetivo principal del sitio es educar en valores, me permití copiarlo textualmente, no para abrir un debate, sino para tener un ejemplo concreto del tema que estamos tratando:

“LOS VALORES son las ideas fuerza que rigen el comportamiento, inspiran la vida y gobiernan las palabras y acciones. LOS PRINCIPIOS son las pautas que permiten llevar a la práctica esos valores”.

Además, si me permiten agregar, considero que Pedro Pablo Sacristán es una persona digna de mencionar a la hora de hablar sobre LOS VALORES Y PRINCIPIOS en la vida cotidiana...


Escribe, Pedro Pablo Sacristán



Con cierta frecuencia padres y madres preocupados por el efecto que una separación pueda causar -o ha causado- en los hijos me piden que escriba un cuento para tratar de explicar la situación.

Y yo, que he escrito sobre infinidad de temas, no consigo pasar de la primera línea. Me planto ante el editor de texto y pienso “¿cómo le explico a un niño que el que sus padres no se quieran es normal, y que no tiene que tomárselo a mal?”. Y claro, no puedo pasar de ahí.

Porque da igual lo que yo diga. El deseo -debiera ser incluso un derecho- de todo niño es que sus padres se quieran. Para los niños el cariño de sus padres es todo. Es lo que les da la seguridad que necesitan para seguir creciendo. Así que si el cariño de sus padres se acaba, ¿cómo no va a tomárselo a mal? El niño, que es tan egocéntrico, no dejará de pensar en cuánto quedará para que el cariño de sus padres hacia él termine, y además pensará que todo eso ocurre por su culpa, pues su pequeño egoísmo no le deja ver el mundo más allá de sus circunstancias inmediatas.

Así que no hay cuento para hacerle tragar semejante “sapo” a un niño. Si las separaciones son dolorosas para los mayores, para los niños son durísimas. Por eso la mayoría necesitan una atención especial, e incluso tratamiento, para tratar de evitar los efectos negativos habitualmente asociados, como falta de autoestima, ansiedad, inseguridad, regresiones, bajo rendimiento académico, depresiones, hipermadurez, etc...

Pero mi intención con este artículo no era tratar los problemas que las separaciones originan en los niños. Baste decir que necesitarán muchííííííísimo cariño por parte de ambos padres, repetirles hasta la saciedad que el amor por los hijos es diferente y que nunca dejarán de quererles, y mantener la presencia, el diálogo y la colaboración a la hora de educarlos (condiciones, por cierto, que casi siempre son más difíciles de cumplir que resolver un problema de pareja).

Lo que yo quería es darle la vuelta a la tortilla. Porque lo que hace falta no es un cuento para los niños, sino un cuento para los padres. Un cuento que explique que los niños no pidieron nacer, y que ante ellos los padres somos responsables de quererlos y querernos entre nosotros. Un cuento que hable de cuántos problemas muy sencillos de superar provocan separaciones definitivas simplemente por desconocimiento o por no pedir ayuda -que las más de las veces se limitaría a detallar las crisis habituales de una pareja y explicar que no tienen nada que ver con falta de amor, sino con cambios importantes en determinados ámbitos de la vida que requieren cierta adaptación- o por pensar que huir de los problemas hace algo por solucionarlos. Un cuento que explique la profundidad de los compromisos que se adquieren al formar una familia, y que explique que por el hecho de “romper los papeles" no desaparecen muchos de esos compromisos. Un cuento que recuerde que amar es pensar más en los demás que en uno mismo, y que el amor se nutre del perdón y se envenena con el orgullo.

Con un cuento así seguirán rompiéndose muchas familias en circunstancias extremas, y poco se podrá hacer con las que ya están rotas, pero al menos esperaría que la próxima vez que, cansados y hartos de mil cosas, estuviéramos a punto de tirar todo por la borda, imagináramos a nuestros hijos sentándonos sobre sus rodillas para leernos el cuento titulado: “El papá y la mamá que querían tanto a sus niños, que se esforzaron por seguir queriéndose entre ellos”. Y como esto de amar tiene mucho que ver con “querer querer”, seguro que terminarían consiguiéndolo, para que la historia pudiera tener el clásico final de cuento: “y aunque les costó lo suyo, fueron felices, y comieron perdices”.


Ver publicación AQUÍ


Bien, para ir cerrando la idea, les comento que ese artículo no me gustó para nada, que no me tragué semejante “sapo” y que recién ahora puedo leerlo y comprenderlo mejor.

Y me surgen muchas preguntas y me emocionan todas las respuestas. No sé si sirve como dato: soy una persona adulta que, cuando niña, vivió rodeada de amor, educada en valores y cuidados intensivos, en una familia como “Dios manda”, sin embargo, he necesitado de una atención especial, e incluso tratamiento, para tratar de evitar los efectos negativos habitualmente asociados, como falta de autoestima, ansiedad, inseguridad, regresiones, bajo rendimiento académico, depresiones, etc., etc., etc.

A ver... ¿Quién me lo explica?







Buscando una mejor Convivencia

UN TRABAJO DE TODOS, TODOS LOS DÍAS DEL AÑO




Construir la paz, que es el triunfo de la vida y la tolerancia, porque nos oponemos a toda forma de violencia.

Practicar la solidaridad, que es lo contrario del egoísmo.

Valorar la sabiduría, porque es el fruto de la experiencia y la reflexión.

Defender la libertad, porque es nuestro derecho más preciado y la mayor responsabilidad que tenemos.

Cuidar el diálogo, porque queremos conocer otras opiniones y que conozcan las nuestras.

Actuar con responsabilidad, cumpliendo con nuestros deberes sin necesidad de que nadie nos lo recuerde, porque somos capaces de asumir compromisos.

Defender la igualdad, porque rechazamos toda forma de discriminación.

Respetar la justicia, porque asegura los derechos y deberes de todos por igual.

Honrar la amistad, porque hace que la vida sea más bella.

Amar la verdad, porque nos gustan las cosas auténticas, sin máscaras ni disfraces.

Disfrutar la felicidad que dan las “pequeñas cosas”, aquellas que son fuente de alegría y no es preciso comprar.

Elegir el amor por encima de todo, porque es un sentimiento fundamental para que exista todo lo demás.




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