PROYECTO de LECTURA e INFORMÁTICA

Biblioteca Popular Coronel Dorrego

Por más lectores, por más inclusión

"Argentina crece leyendo"

¡¡Un Mundo Mejor ES Inevitable!!

Sólo de Amor► Agustina Ruelli, Silvia Schujer, Gustavo Roldán y Carlos Lascano

¡¡¡Hola PequeMundo!!!
Esta historia fue escrita cuando yo tenía 7 años en 2° grado División "C" y fue una hermosa experiencia , se la recomiendo a todos. Un beso grande, espero que les guste.
De amigos a novios
Había una vez unos amigos que se conocían de la escuela desde que iban al jardín. En la escuela se organizaba un baile de graduación, entonces Ezequiel pensó en invitar a la chica de sus sueños (Sofía), porque él estaba enamorado de ella desde chiquitos. Se encontraron en la casa de ella, él fue con la excusa de pedirle una tarea y a pesar que le daba vergüenza se animó y le dijo: -Sofía, ¿quisieras ir conmigo al baile? Ella, también estaba enamorada de él y le encantó la idea, entonces dijo: -¡Claro que sí! Esa noche ella estaba hermosa, parecía una princesa, bailaron juntos toda la noche. Cuando termina el baile, él la acompaña a su casa y al día siguiente fueron a tomar un helado a la plaza y él le preguntó si quería ser su novia y ella dijo: -¡¡Por supuesto, claro que quiero!! Pasaron años y se casaron. Tuvieron hijos llamados Amanda y Javier. Vivieron felices por siempre hasta que se hicieron muuuuuuuuuuuuuuuuuy viejitos...
FIN
pequevideo para compartir
A SHORT LOVE STORY IN STOP MOTION HD

A SHORT LOVE STORY IN STOP MOTION from Carlos Lascano on Vimeo.

Traducción del inglés al español UNA HISTORIA DE AMOR EN CORTO Stop Motion de alta definición
El artista Carlos Lascano nos brinda este excelente cortometraje en el que mezcla de una forma genial dos técnicas de animación "2D y Stop Motion". Nos muestra el anhelo de una niña, una breve y linda historia de amor. Matizado este sueño con los interesantes efectos gráficos y la música 'Hoppipolla - Sigur Rós'. Sitio Web: Carlos Lascano
pequecuento de Silvia Schujer para compartir
OLIVERIO JUNTA PREGUNTAS Oliverio coleccionaba preguntas como quien junta figuritas. Pero con tres diferencias: 1. que no podía comprarlas en los quioscos; 2. que nadie se las cambiaba; y 3. que el álbum no se llenaba jamás. Sabía que no podía comprarlas en los quioscos porque cada vez que lo intentaba, la quiosquera lo miraba con cara rara, le regalaba un caramelo y le decía "Vaya, m'hijito, nomás". Había comprobado que nadie se las cambiaría porque cada vez que mostraba una pregunta, le devolvían una respuesta. Y el álbum no se llenaba jamás porque el lugar donde escribía las preguntas no era un álbum sino un cuaderno de tapas duras. Pero volvamos al principio. Oliverio coleccionaba preguntas como quien junta figuritas. Preguntas de toda clase. Grandes y chicas como: ¿Te gustaría saber por dónde queda el río por el cual el último barco fenicio pasó antes de que la civilización romana llegara a su fin? O bien: ¿Cómo te va? Fáciles y difíciles como: ¿De qué color era el caballo banco de San Martín? O bien: ¿Cuál es la raíz cuadrada de dos millones ochocientos cincuenta mil uno? Interesantes y estúpidas como: ¿Por qué si la Luna es más chica, la veo más grande que a cualquier estrella? O bien: ¿Seré el chico más bello del mundo? Cuando empezó, las únicas que juntaba eran las preguntas que se le ocurrían a él. Con el tiempo, los amigos se interesaron por ayudar a Oliverio y le regalaron un montón de las suyas. Preguntas de toda clase. De mujeres y de varones. Con respuestas o sin respuestas. Aburridas y simpáticas. Dulces y saladas. Con palabras raras y hasta con palabrotas. Oliverio se cansó de escribir preguntas en su cuaderno. Hasta que un día se le empezaron a repetir. Venía uno con una pregunta dificilísima y Oliverio decía: "Esta ya la tengo." Venía otro con una pregunta requetedificilísima y Oliverio decía: "Esta ya la tengo." Repetida. Repetida. Repetida. Le venían todas las preguntas repetidas. Hasta que conoció a María Laura y, de una sola vez, se le ocurrieron diez mil: ¿Quién es esa chica? ¿Cómo se llama? ¿Por qué es tan linda? ¿De qué color tiene los ojos? ¿Le hablo o no le hablo? No tenía ninguna. ¿Por qué no puedo dejar de mirarla? ¿Cuántos años tiene? ¿A qué escuela va? ¿La invito o no la invito a pasear? Anotó en su cuaderno sin parar: ¿Por qué usa flequillo? ¿Sabrá patinar? ¿Dónde vive? ¿Le gustaría ir al cine conmigo? Escribió como cuatro horas seguidas. Su colección creció de golpe. Llenó de preguntas hasta la última hoja del cuaderno. Y ya iba a iniciar uno nuevo, cuando de repente... ¡Seguro que se le acabó la tinta! Salió a la vereda y la encontró. Lo primero que supo es que se llamaba María Laura y lo demás decidió averiguarlo de a poco. Pero volvamos al principio. Oliverio coleccionaba preguntas como quien junta figuritas. Hasta que un día conoció a María Laura. O se le acabó la tinta. Y desde entonces, sin proponérselo, un nuevo cuaderno se le fue llenando de respuestas.
Fin
pequepoemas de Gustavo Roldán para compartir
Bendición de Dragón Que las lluvias que te mojen sean suaves y cálidas. Que el viento llegue lleno del perfume de las flores. Que los ríos te sean propicios y corran para el lado que quieras navegar. Que las nubes cubran el sol cuando estés solo en el desierto. Que los desiertos se llenen de árboles cuando los quieras atravesar. O que encuentres esas plantas mágicas que guardan en su raíz el agua que hace falta. Que el frío y la nieve lleguen cuando estés en una cueva tibia. Qué nunca te falte el fuego. Que nunca te falte el agua. Que nunca te falte el amor. Tal vez el fuego se pueda prender. Tal vez el agua pueda caer del cielo. Si te falta el amor no hay agua ni fuego que alcancen para seguir viviendo.
“Maldición de Dragón” Que tengas comida hasta estar harto todos los días de tu vida. Y que vivas muchos años. Que nunca te falten ni el agua ni la luz. Que los senderos sean suaves cuando los camines. Que las espinas se aparten de tu lado. Que tus enemigos te dejen pasar sin atacarte. Que ningún dolor te hiera en el costado. Que nadie te lastime a traición. Que nadie te ofenda ni siquiera con un gesto. Que tengas todo lo que se pueda desear, por largos, larguísimos años. Pero que falte el amor. (Roldán, Gustavo. Dragón. Ilustrado por Luis Scafati. Ed. Sudamericana, 2010)

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